LA GAVIOTA
No
encontré el libro que estaba buscando, pero me topé con una biografía de Chejov, dentro de la cual hay
un pase para el Teatro Gorki con una
fecha exacta: 16 de diciembre de 1987. ¡Hace casi treinta años!
Era
hermoso, muy romántico ir al teatro en Moscú. En La Gaviota, dicen, Chejov se
retrata con sus angustias de escritor. Hay gente sencilla, de pueblo.
Intelectuales de provincia con sus problemas existenciales. Amores no
correspondidos. Matrimonios que fracasan porque una de las parejas cree que se
equivocó al hacer su elección en una época cunado el divorcio no era una opción.
Un escritor decepcionado y no comprendido hasta por su propia madre se suicida.
Precisamente el ticket estaba en una página con un pensamiento de Chejov
subrayado por mí: “Creer en la inmortalidad del alma es una
cobardía que reconforta”. Según el escritor y médico ruso no hay más nada
después de la vida (¿o de la muerte? , la afirmación parece ser igual).
He
recordado con melancolía muchos buenos momentos de mi vida estudiantil moscovita.
Tenía mucha razón Frenando Salvater cuando dijo que la máquina que mejor perpetua la memoria es la
nostalgia.
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