EN LA CÁTEDRA DE FISIOPATOLOGIA DE UDN

EN LA CÁTEDRA DE FISIOPATOLOGIA DE UDN
CON VIÍCTOR FROLOV, DECANO DE LA FACULTAD DE MEDICINA

martes, 21 de marzo de 2017

EVOCACIÓN DE LA CIRUGÍA HOSPITALARIA

EVOCACIÓN DE LA CIRUGIA HOSPITALARIA

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 Cirugía Hospitalaria la cursamos  en Hospital Nro 68 de Moscú. El fundador, Vasilio Ivanov, fue un viejo médico que participó en la segunda guerra mundial y luego publicó unos 17 tomos sobre “La Experiencia de la medicina soviética en la Gran Guerra Patria”.
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“Enfermedades quirúrgicas”, del académico Petrovski, era el manual por el cual estudiamos la disciplina; y como en todas las demás cátedras nuestros profesores tenían sus propias publicaciones. Chibis se dedicaba a la cirugía del tracto digestivo; Lapkin , inventor de un instrumento para operar la válvula mitral, también le metía a la cirugía abdominal; Gerasimov era jefe de la sección de “Pus” y se ocupaba de la curación de heridas infectadas recurriendo a métodos ancestrales (miel, moscas esterilizadas, etc); Romashov tenía un diapasón amplio de actividades.
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 Romashov era el más admirado cuando dirigía la cátedra en tiempos cuando cursamos la materia.  Alto, de buena presencia y muy amable, realizaba cualquier tipo de operación. Operaba desde un dedo hasta el corazón. Realizó la primera intervención  quirúrgica con circulación sanguínea artificial en la Unión Soviética y ha publicado más de 300 trabajos científicos.
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Romashov tenía como tarea principal la cirugía cardiovascular, pero se dedicaba también a la cirugía en las enfermedades hematológicas. Estas investigaciones las desarrollaba con Andrei Vorobiov (se les veía siempre juntos),  presidente de la Sociedad de Medicina Interna de Moscú, médico del Kremlin , designado en 1986 para dirigir la asistencia de los afectados en el accidente de Chernobyl, y  más tarde   ministro de Salud Pública de Rusia.
 
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Romashov, quien era decano (1973-1980) de la facultad cuando nosotros iniciamos nuestros estudios, cultivaba la medicina tradicional y aplicaba “el hambre médica” o ayuno para curar muchas enfermedades. El enfermo debe estar recluido en una clínica y poco a poco se le va recortando la alimentación hasta quedar consumiendo sólo líquidos. Romashov explica que este método ha sido utilizado desde la antigüedad y nombra a Sócrates y Cristo,  entre sus adeptos. Romashov, que también hace ejercicios físicos todos los días, dice que el hambre controlada es vida porque cura al organismo y da fuerza de voluntad.
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En la medicina hay que imitar a la naturaleza, nos dijo una vez Fiodor Nikolaevich, e inmediatamente nos relató lo siguiente: una noche nos reunimos varios amigos para conversar y tomar vodka. Decidimos darle una ración de alcohol a un perrito que nos acompañaba para averiguar el mejor método de tratar la resaca. Al día siguiente le servimos al perrito comida y agua. El animal bebía sólo agua y rechazaba la comida. Nos quedó claro que luego de una ingesta de alcohol no hay que comer sino beber mucha agua. Hacer las dos cosas a la vez no es conveniente para nuestro metabolismo.
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Entre los estudiantes circulaban anécdotas sobre Romashov y sus dietas. En una de ellas se decía que supuestamente se había desmayado en plena intervención quirúrgica. Al recobrar el conocimiento sus colegas le imprecaron por recurrir frecuentemente al ayuno; a lo que él respondió: la verdad es que desayuné y por eso me sentí mal.
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Algunas curiosidades relacionadas con Romashov : estudió en Instituto de Medicina “Camarada Stalin”, al cual le cambiaron el nombre por el de Pirogov. Practica la iridología. Junto a Frolov escribió el libro “Vivir sin remedios”, con muchas ediciones, pero siempre agotado; y creó la Asociación de curanderos populares de Rusia.
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Actualmente, con sus casi 90 años, es consejero de la universidad con su respectiva oficina. Cuando lo saludé, en el aniversario de la facultad, le pregunté si todavía practica el ayuno, y me contestó: “Eso es lo que  me mantiene en forma”.













martes, 14 de marzo de 2017

EVOCACIÓN DE LA CIRUGÍA: GENERAL Y FACULTATIVA

EVOCACCIÓN DE LA CIRUGÍA: GENERAL Y FACULTATIVA
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Vladimir Vladimirovich Vinogradov organizó ambas cátedras (estaban unidas al principio)  en 1963, las cuales funcionan en el Hospital 64 en la calle Vavílov. Nuestro profesor de Cirugía General fue Andrei Vasilevski, un hombre muy servicial, bonachón y de pelo blanco, cuyas clases   parecían más bien  una tertulia entre amigos. Con él aprendimos los conceptos más elementales de la cirugía y tuvimos las primeras prácticas de sutura.
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La Cirugía General la estudiamos con el manual del académico Struchkov; no obstante, casi todos los temas del programa (especialmente de la cirugía facultativa) lo revisábamos en los libros  y folletos escritos por nuestros profesores: Apendicitis (Vinogradov y Pautkin), Elementos de Técnicas Médicas (Pautkin), Hemorragias (Vinogradov y Vasilevski), Métodos especiales para el estudios de las vías biliares (Lapkin y Pautkin), Cirugía en las lesiones de las vías biliares (Vinogradov, Vishnieski y Pautkin), etc.
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Vasilevski respondía a casi todas nuestras interrogante con una especie de refrán: “Sucede hasta lo que no sucede” (бывает то чего не бывает).Pautkin solía decir una frase redundante: “El problema de la enseñanza de la Cirugía radica en que los estudiantes son muchos y el profesor es uno solo”.
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El personaje principal de estas cátedras de cirugía fue y lo sigue siendo, aún después de muerto, Vladimir Vladimirovich Vinogradov (1920-1986). Su forma de ser era una combinación de contradicciones anímicas: soberbio y bondadoso, burlón y comprensivo, locuaz y silencioso, etc.
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Vinogradov representaba más edad de la que cargaba sobre sus hombros: apenas tenía sesenta años cuando fue nuestro profesor, pero parecía un anciano, aspecto que acentuaba, aún más,  una ligera joroba. Tras su  carácter huraño y reservado estaba encerrada, probablemente, con todas las consecuencias y huellas morales del caso, una parte de la historia de las represiones estalinistas: su padre Vladimir Nikitich Vinogradov, un destacado internista, fue el último médico personal de Stalin, y fue arrestado y torturado salvajemente porque le dijo al dictador que era hipertenso y por eso debía descansar. Stalin, por supuesto, descifró ese diagnóstico como  parte de un complot mayor que involucraba a otros médicos, a Israel y a los EE UU.
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Las sospechas y retaliaciones eran extensivas hasta los familiares de los indiciados. Así que nuestro Maestro Vinogradov también recibió algunas gotas de la bilis que le dieron al padre. De allí viene lo amargo de su talante.
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En las clases magistrales Vinogradov criticaba duramente algún tratamiento quirúrgico descrito en los manuales  y  proponía su propio método, como el que inventó para tratar la pancreatitis aguda. A Vasilevski,  su colaborador, pero que parecía más bien su paje, le hacía observaciones el alta voz (por no decir con gritos) y lo llamaba “Andriusha” (Andresito). Este diminutivo, en ocasiones sonaba despectivamente; y en otras, con cariño.
8
Luego de una intervención quirúrgica, Vinogradov se retiraba a un rincón del pasillo y fumaba. Se iba al cafetín y se sentaba. Pedía una taza de café negro, sobre la cual vertía  licor de una botellita que cargaba siempre en un bolsillo de la bata. Nos miraba, esbozaba una sonrisa y en tono irónico decía: un “profiesor” tiene derecho a beber café con coñac.
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Enfermó de cirrosis hepática con todas  sus etapas, incluyendo la hemorrágica;  y llegó a vivir en una sala del hospital de manera permanente. Era al mismo tiempo médico y paciente. Pero luego, con el avance de las complicaciones, abandonó sus quehaceres hipocráticos y docentes para convertirse solamente en un enfermo terminal.
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Me correspondió rendir el examen estatal de Cirugía, precisamente, a Vinogradov. Señaló los retratos de los pioneros de la cirugía rusa. Por mis ojos desfilaron Pirogov, Sklifosovski, Vishnevski, Spasokukoshki, Burdenko y otros. Luego vino una especie de debate en el que claramente yo llevaba la peor parte. Al final dijo que cuando nos graduamos de médicos, tenemos muchos conocimientos pero poca práctica. “Vendrá la experiencia y todo se emparejará”. Al despedirme me sugirió que viajara hasta la última morada de Pirogov en Ucrania. Este  mandato lo cumplí cuando visité el museo del padre la cirugía rusa en Vinnitsa y pude ver su cuerpo embalsamado.
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Vladimir Vladimirovich Vinogradov es considerado en la actualidad uno de los baluartes más  talentosos y brillantes en la historia de la cirugía rusa. En su memoria se realizan todos los años en nuestra universidad unas jornadas quirúrgicas que llevan su nombre (Виноградовские чтения).
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Yo recuerdo a Vinogradov con un sentimiento ambiguo que se mueve entre la admiración y la tristeza.














martes, 7 de marzo de 2017

EVOCACIÓN DE LA PEDIATRÍA


EVOCACIÓN DE LA PEDIATRÍA

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El fundador de la cátedra fue  la profesora Feoktista  Bogomolaba en 1965. La cátedra funcionaba y aún funciona el Hospital Infantil Morozovski (морозовская больница), construida por Morozov, un rico comerciante progresista, simpatizante de los revolucionarios rusos, a principios del siglo XX. Por mucho tiempo se le llamó simplemente Hospital Infantil Nro 1, pero la gente lo llamaba “Morozoski”, nombre que ahora es oficial.
2
Las clases magistrales era dictadas por Nikolai Tiurin, mientras que las prácticas estaban a cargo de Nadezhda Fiodorovna  Bationina , Natalia Andreivna Mazurina y otros docentes, en su mayoría, mujeres.
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Todos los libros que usamos fueron escritos por nuestros profesores, excepto el de Enfermedades Infantiles Infecciosas, cuyo autor es Serguei Nosov, el cual era texto oficial para todas las instituciones médicas de la URSS. El libro fundamental era de Bogomoloba y Apolonova “Desarrollo  físico y psíquico del niño y la metodología para su estudio”. Con esta obra aprendimos   las peculiaridades anatomofisiológicas del niño, los pesos y tallas, según la edad ,etc. Tiurin escribió muchos libros, como autor único o en compañía de otros de nuestros profesores: sobre neonatología, alergias, asma bronquial, endocarditis bacteriana (con Alexandrova y Batiunina), enfermedades del colágeno, etc.
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Con Tiurin hacíamos las revistas por las diferentes salas del hospital. Era alto, comedido, vestido de negro siempre. Caminaba despacio con un maletín negro, por supuesto. Hablaba como midiendo las palabras. Participó en la segunda guerra mundial como todos nuestros maestros, pero fue el único de  ellos que acompañó al general Zhukov en el desfile de la Plaza Roja en 1945 para celebrar la victoria sobre los alemanes. Sus investigaciones tenían que ver con el asma en niños. Tenía un programa en televisión: Mamimnaia Shkola. Es decir, Escuela para madres. Cuando no lo veíamos en  clase, lo veíamos en casa, en la pantalla.
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Nikolai Aleksievich Tiurin (1923-2005) nació en  el seno de una familia campesina.  En su infancia trabajó en un koljoz, sembró papas, pescaba y arriaba el ganado para ayudar a los suyos. Participó en la Segunda Guerra Mundial como enfermero, pero también como soldado. Estuvo en la Batalla de Stalingrado, el encuentro bélico más grande y sangriento de todos los tiempos. Participo en los combates de Kursk, Moldavia, Ucrania, Rumania y Hungría.
Obtuvo el título de médico en el Instituto Sechenov, publicó más de 300 trabajos científicos, varios manuales de la especialidad , fue presidente de la Sociedad de Pediatras de Moscú y dirigió la revista “Pediatría”, la cual circulaba en todo el territorio soviético. Fue nuestro decano entre 1981 y 1985.
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Tiurin se consideraba seguidor de Filatov, el fundador de la pediatría rusa en el siglo XIX, y quien describió el  signo patognomónico del sarampión, conocido como  Manchas de Koplik, que algunos denominan “Koplik-Filatov”, pero que los rusos prefieren  llamar de “Filatov”, y a veces “Filatov-Koplik”.
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Decía que la meta de un pediatra “es salvar a todos los niños, pero eso es un sueño imposible; sin embargo, debemos soñar con cosas imposibles para obtener resultados positivos”.
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En las celebraciones del Dien Pobiedi (9 de mayo) Tiurin visitaba la Plaza Roja en compañía de otros veteranos de la guerra y recordaba el desfile triunfal con Zhukov en 1945. En esos días concedía entrevistas por radio y televisión y publicaba artículos sobre los tiempos bélicos que le correspondió vivir.
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Tiurin , muy decente y muy amable, siempre estaba  dispuesto a escuchar y ayudar al prójimo. Una vez yo estaba trabajando en Siberia con las brigadas estudiantiles, y un buen día se nos  presentó como decano que era.
-¿Cómo están mis muchachos? Espero que muy bien. Les traje algunos regalos.
Inmediatamente extrajo cajas y bolsas repletas de golosinas. Luego sacó unos paquetes de cigarrillos, y dijo:
-Bueno, no deberían fumar, pero igual ustedes fuman, por eso les compré estos cigarros con filtros.
Los cigarros eran marca  Stolichni,  una delicia,  en aquel tiempo cuando éramos fumadores, en comparación con la “majorka siberiana”, un tabaco de baja calidad con el que hacíamos unos pitillos envolviéndolo en papel periódico. 
10
En el 2013 Tiurin hubiera cumplido 90 años, por eso el Instituto Sechenov, la Universidad Estatal de Lomonosov y nuestra Universidad Amistad de los Pueblos lo celebraron por todo lo alto con reuniones y publicaciones por el jubileo.  Se emitió un comunicado, donde hablaban de Tiurin con un destacado médico y un gran maestro que ya formaba parte de la historia de la pediatría rusa. El mismo finaliza así:
“Agradecemos al destino porque tuvimos la suerte de haberlo conocido y estar al lado de esta persona valiente, extraordinariamente modesta y bondadosa. El cariño y el recuerdo hacia Nicolai Aleksievich Tiurin estará siempre en nuestros corazones”
(Мы благодарны судьбечто нам удалось находить-
ся рядом с этим мужественным, удивительно скром-
ным, доброжелательным человеком. Любовь и память
о Николае Алексеевиче Тюрине навсегда сохранятся в
наших сердцах.)
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Nosotros, los que fuimos alumnos de Tiurin, también le agradecemos al destino…