EN LA CÁTEDRA DE FISIOPATOLOGIA DE UDN

EN LA CÁTEDRA DE FISIOPATOLOGIA DE UDN
CON VIÍCTOR FROLOV, DECANO DE LA FACULTAD DE MEDICINA

sábado, 29 de octubre de 2016

UNA CLASE MAGISTRAL DE MEDICINA FORENSE

UNA CLASE MAGISTRAL DE MEDICINA FORENSE
Edgardo Malaspina
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    Las clases magistrales de Medicina Forense las dictaba el jefe de la cátedra, Vladimir Ivanovich Alisievich (1926-2013). Estudió en Minsk  y luego se especializó en el Instituto en el Instituto de Medicina Forense del Ministerio de Salud de URSS. En ese mismo instituto trabajó en el Departamento de Tanatología, antes de llegar a nuestra universidad en 1971 y dirigir la cátedra hasta 1996. El trabajo en la Universidad de la Amistad lo alternaba con el de la Cátedra de Criminalística de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú.
 Siendo muy joven participó en los combates de la Segunda Guerra Mundial o Gran Guerra Patria, como la llaman los rusos. Publicó más de 250 trabajos científicos y casi 40 manuales de la especialidad para médicos y abogados.

Su campo de investigación científica era muy amplio: heridas por armas de fuego, enfermedades del corazón, hipertensión arterial, intoxicación etílica, estrés, aspectos jurídicos  de los trasplantes de  órganos, hipotermia y lesiones por congelamiento, el sistema neuroendocrino en la muerte repentina.
Fue presidente de la Asociación Moscovita de Médicos Forenses y miembro de la  directiva de la Sociedad de Médicos Forenses de Rusia. Recibió muchas condecoraciones por su extensa labor como médico y profesor universitario.
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Una vez nos habló de Paracelso, quien fue el primero en curar la sífilis con mercurio con un razonamiento, cuyo radio de acción se movía entre el sofisma y la dialéctica idealista barnizada con el principio de “la cura por lo similar”,  señalado ya por Hipócrates: una substancia o fuerza capaz de provocar ciertos síntomas en sujetos sanos, es a la vez capaz de curar a aquellos enfermos que padecen síntomas similares.
 El argumento paracelsiano  era serpenteado y  mitológico: la sífilis proviene de la diosa Venus, por cuanto es producto del contacto sexual.  Pero es un amor que las prostitutas venden, entonces es necesario tomar en cuenta a Mercurio,  dios del comercio, y quien en última instancia es el causante del mal :“Similia similibus curantur.
Sorprendentemente  la complicada teoría sobre la enfermedad venérea del nuevo Celso resultó beneficiosa: el mercurio se usó por mucho tiempo hasta la aparición del salvarsán de Paul Ehrlich y el descubrimiento de la penicilina para curar la sífilis.
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Alesievich hablaba de estas cosas porque formó parte del equipo de investigación y exhumación de los restos de Iván El Terrible, dirigido por Mijaíl Gerásimov, el inventor de la escultura forense para la reconstrucción de rostros. Gerásimov era arqueólogo y antropólogo y su método de reconstrucción plástica antropológica forma parte en la actualidad del arsenal empleado, no solamente por los investigadores de la Historia para precisar el aspecto facial  de personalidades de la Antigüedad, sino también por todas las policías del mundo a la hora de  establecer la identidad de un cadáver con el análisis multilateral de  los huesos de la cara.
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Vladimir Ivanovich nos contaba cómo abrieron la tumba de Iván El Terrible en el Kremlin y que al analizar sus huesos encontraron mercurio, sustancia usada ampliamente para curar la sífilis desde los tiempos de Paracelso. Se preguntaban los expertos en aquel entonces si el zar sufrió de sífilis, lo que no era difícil de suponer por la enorme cantidad de mujeres que llevó a su cama, o si simplemente fue envenenado por sus enemigos; por cierto, muy numerosos. En todo caso, la presencia del mercurio podía explicar también el comportamiento psicopático del zar, porque ahora sabemos que la intoxicación con ese elemento produce una encefalopatía con un cuadro clínico muy característico. La labilidad emocional del zar era tan extrema que podemos compararla, como dicen algunos psiquiatras, con el paciente bipolar que tiene una Biblia en una mano, mientras que con la otra sostiene una piedra. En efecto, la pintura de Repin, uno de los cuadros más vistos en la Galería de Tretiakov, muestra cómo mató a su propio hijo heredero del trono y también retrata su arrepentimiento  inmediato, luego  de haber cometido el crimen.
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Cabe destacar que  Alesievich también hablaba del asesinato del zarievich Iván por parte de su padre y suponía que era una leyenda negra inventada por los enemigos del zar. La historia dice que al momento de caer golpeado el zarievich , un médico le examinó  la cabeza y supuso que la herida era incompatible con la vida. A los tres días murió.
Vladimir Ivanovich también intervino en la exhumación del zarievich, cuyo cráneo tuvo en sus manos. Por eso afirmaba categóricamente que no encontró ninguna evidencia de trauma craneal; y  concluía tajantemente que “la muerte del hijo de Iván El Terrible seguirá siendo un misterio”.
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En el 2011, al finalizar los actos con motivo de la fundación de la Facultad de Medicina de nuestra universidad Amistad de los pueblos, mientras hablaba con Romashov vi a Vladimir Ivanovich cuando se dirigía al cafetín del rectorado y me dije para mis adentros: ahora lo abordo para preguntarle más acerca de las exhumaciones de grandes personajes de la historia rusa. Más tarde lo busqué y no lo encontré. Al poco tiempo me enteré de su muerte y me quedó el saber amargo y triste de no haber sostenido una última conversación. No obstante, me consuela  y enorgullece haber tenido a este sabio maestro entre mis profesores.







sábado, 8 de octubre de 2016

LA GAVIOTA

LA GAVIOTA

No encontré el libro que estaba buscando, pero me topé con  una biografía de Chejov, dentro de la cual hay un pase para el  Teatro Gorki  con  una fecha exacta: 16 de diciembre de 1987. ¡Hace casi treinta años!

Era hermoso, muy romántico ir al teatro en Moscú. En La Gaviota, dicen, Chejov se retrata con sus angustias de escritor. Hay gente sencilla, de pueblo. Intelectuales de provincia con sus problemas existenciales. Amores no correspondidos. Matrimonios que fracasan porque una de las parejas cree que se equivocó al hacer su elección en una época cunado el divorcio no era una opción. Un escritor decepcionado y no comprendido hasta por su propia madre se suicida.

 Precisamente el ticket estaba en una página con un pensamiento de Chejov subrayado por mí:Creer en la inmortalidad del alma es una cobardía que reconforta”. Según el escritor y médico ruso no hay más nada después de la vida (¿o de la muerte? , la afirmación parece ser igual).



He recordado con melancolía muchos buenos momentos de mi vida estudiantil moscovita. Tenía mucha razón Frenando Salvater cuando dijo que la máquina  que mejor perpetua la memoria es la nostalgia.